El llamado “jefe del Reggaeton”, Daddy Yankee, aterriza hoy en España como final de un tour europeo con 17 fechas y aforos completos, en el que reivindica que, después de 30 años de existencia, el género no es “una moda pasajera” y que “lo que es vulgar para unos no lo es para otros”.
“Le digo a todo el mundo que tengo canciones de contenido para adultos, como la clasificación de las películas, y que un buen actor hace todo tipo de filmes. Cuando nos tenemos que expresar con un contenido explícito, lo hacemos”, responde a Efe al preguntarle por la imagen puramente sexual que tienden a ofrecer de las mujeres canciones como su éxito “Gasolina”.
A España llega para ofrecer dos conciertos, con dos nuevos sencillos bajo el brazo, “Ora por mí” y “Not a love song”, anticipo de los dos álbumes que llegarán próximamente dirigidos tanto al mercado latino como al anglosajón.
Aferrado al relativismo moral de que todo depende del oído del que escucha, opina que “todavía existen prejuicios” contra el Reggaeton y recuerda cómo en los primeros días, “si la policía te agarraba con un cassette de Reggaeton, te metían a la cárcel”.
A pesar de este esbozo inicial, muchos son los cambios acontecidos en el estatus de esta música. “Ahí están los números”, subraya este puertorriqueño con más de 11 millones de discos vendidos, autor del superventas “Barrio fino” (2004) y uno de los más claros responsables de la eclosión internacional de un estilo derivado del reggae y el rap a través del filtro caribeño.
“El Reggaeton explotó con ese disco, del que ahora se celebra el aniversario. Establecimos un movimiento a nivel mundial, no solo para mi género, sino para toda la música, porque cambiamos el negocio”, presume Ramón Luis Ayala (San Juan, 1977), el susodicho Daddy Yankee, un tipo que comenzó vendiendo cintas de cassette en la calle y que triunfó a la sombra de las multinacionales.
Todo comenzó “mucho antes de que existiera un vídeo musical o sonara en las radios” y, a pesar de ello, “Barrio fino” se mantiene como uno de los álbumes más vendidos de la pasada década, codeándose con los más grandes de la música pop latina, que pronto empezaron a hacerle ojitos a aquella hornada de artistas ya no tan marginales.
La española Natalia Jiménez fue una de las primeras, pero Daddy Yankee también ha trabado colaboraciones con gente como Nicole Scherzinger y con Will.i.am y Fergie, de The Black Eyed Peas. Los últimos en unirse “al movimiento” han sido Jennifer Lopez y Ricky Martin, que triunfan con “Adrenalina” de Wisin, en una muestra de que los reyes del Reggaeton mantienen el vigor.
“Hemos demostrado que no fue una moda pasajera y que el género va ya para 30 años de vigencia”, destaca Ayala, para quien las cosas ahora están más “tranquilas y equilibradas” tras el “boom” que lo encumbró a principios del siglo.
Procedente de una familia humilde, afirma que sus composiciones vienen marcadas en gran parte por sus recuerdos del barrio, “algunos muy buenos y otros malísimos”, como el de presenciar el asesinato de tres amigos suyos. “Se vive en una ola de cambio repentino, sientes que puedes estar en tu día más feliz y por la noche haber perdido a un ser querido”, lamenta.
Su marca está en sus letras, que intentan ser “lo más reales posibles” después de volcar sus vivencias personales, conjugando “rumba” y un punto de vista social que abarca, dice, hasta “las experiencias en la discoteca”.
Al preguntarle si como puertorriqueño comparte la posición beligerante contra EE.UU. de compatriotas como Calle 13, señala que no le interesa la política. “Eso se lo dejo mejor a los periódicos”, afirma.
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